Aunque mi corazón se pudra Bajo la tierra infértil
De estos dormidos campos De juventud y alevosía,
Aunque pasen mil y un años
Sin encontrarte a mi suerte;
Cuando cuerpo, piel y huesos
Se rindan a lo inevitable,
Hayan perdido su brío
Y lozana fuerza:
¡Magia de vida y muerte,
El gran misterio eterno!
Mi alma seguirá hablando
tras la muerte, en sus sonetos...
Es un pensamiento tétrico, pero sí, todos tenemos por asumido que somos efímeros como pompas de jabón, como copos de nieve, y que la grandiosidad del mundo acaba de vida en vida en cinco segundos, lo que duran antes de explotar y expandirse por el universo interminable, según un Einstein seguro y calculador. Sea lo que sea, la vida es un billete de ida sin vuelta, y el amor es un buen compañero de camino; imperfecto, imprevisible,
Extraordinario.
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