También escribo en...

También escribo en...
A donde van los escritos extraviados...

domingo, 22 de marzo de 2009

A tres metros sobre el cielo.


Mira a su alrededor. Su casa, la casa de sus sueños. Y ella está allí, con él, y no está soñando. Step la abraza.


-¿Eres feliz?

Ella hizo un gesto afirmativo. Luego abrió sus ojos, llenos de minúsculas lágrimas transparentes. Él la miró.

-¿Qué te pasa?

+Tengo miedo

-¿De qué?

+De no volver a ser nunca tan feliz.



+Esto es precioso.

-¿Es tu casa no?

+¡Estás loco!

-¡Lo sé!

+Soy feliz. Jamás me había sentido tan bien, ¿y tú?

-¿Yo? - La abraza con fuerza.

- Estoy de maravilla

+¿Hasta el punto de llegar a tocar el cielo con un dedo?

-No, así no.

+¿Ah, no?

-No. Mucho más. Al menos tres metros sobre el cielo.

viernes, 20 de marzo de 2009

Aprender a volar.

Hide Park, Londres.

He vuelto, sí. Y me pregunto por qué no me quedé allí, o porqué no perdí el avión, o simplemente perdí mi identidad.

En los días que estuve fuera me dediqué a meditar: ¿cómo podía llevar cuatro días en un avión y aún no había aprendido a volar?

Porque hay cosas que no se pueden hacer sola: discutir, subirse y sujetar una escalera a la vez o doblar una sábana de esas de cama de matrimonio. Yo toda mi vida he pensado que lo ideal era vivir en pareja, por muy extraña que fuera la pareja. De hecho, hay parejas que acaban convirtiéndose en tríos, parejas que se van quedando sin pareja porque no se puede evitar el miedo a no estar a la altura. Otras serán imposibles por definición, por historia y por física, aunque no por química. O parejas en las que la química se ha ido gastando aunque sigan compartiendo una familia. Familias donde, en algún momento, hubo una pareja. parejas que fueron en algún momento y ya no son nada. Y eso es lo que más miedo da en la vida. Cuando la pareja se rompe, sea por lo que sea, la primera sensación que se tiene es de pánico, un miedo atroz al cambio, a la pérdida de control sobre nuestras vidas. Un miedo atroz a estar sola. Pero cuando se llega a esa soledad, una se da cuenta de que la ruptura puede llevarnos a un lugar mejor.


Hoy, es el primer día del resto de mi vida. Porque desde hoy creo que lo más importante es saber aprender a volar sola.