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martes, 27 de abril de 2010

Segundas Vidas.

¡Como envidiaba Claire a los gatos, santo cielo!, Esas criaturas vespertinas y crepusculares, de andar ágil y mirada inteligente,
Ellos no necesitan direcciones que seguir ni caminos que andar, ellos son músicos, buenos músicos nocturnos organizados en orquestas de jazz, con platillos incluidos,
Maestro aquel que lleva la voz maullante y da la orden de hacer de una noche oscura como los abismos el más insomne infierno tortuoso.
Siempre caen de pie, Claire lo sabe, como que tienen siete vidas; ¡No los bastaba con una, como todos!

Los gatos nunca comprenderían de infiernos ni Santo Tomás de Aquinohaymás de lo que ves,
Tal vez, tal vez. Así que Claire se aventuró con Summertime en plena madrugada, Louis Armstrong seguía tocando tan bien desde hacía tanto tiempo… Pero voces vecinas, escandalosas y chillonas provenían de la habitación de al lado, un coro de quejas y críticas amorales “¿Quién es el loco que perturba la paz en el infierno de la primera vía, mujer?”. Claire empatizaba un rato, después se divertía todo bohemia.

Los golpes en las paredes de cartón siempre acaban por derribar el tocadiscos, desequilibrar la aguja y el Locus Amoenus de, ¿cuántos?,

Era entonces cuando en cada noche anhelaba aún más reencarnarse en un gato.

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